
Cada vez más indicios sugieren que la obesidad es un trastorno inflamatorio; numerosos estudios confirmaron que el tejido adiposo visceral, metabólicamente activo, participa en la inflamación. El exceso calórico se acompaña de múltiples cambios metabólicos y morfológicos en el tejido adiposo y en otros órganos, por ejemplo, páncreas, hipotálamo, músculo esquelético e hígado. Los trastornos subyacentes incluyen el infiltrado inflamatorio del tejido adiposo, la secreción endocrina anormal y la liberación de citoquinas que inducen inflamación.
La mayor cantidad de triacilglicerol en el tejido adiposo se asocia, entre otros procesos, con la activación de las vías inflamatorias. La mayor concentración de ácidos grasos libres y de los productos de degradación inducen la liberación de citoquinas proinflamatorias –adipoquinas. Dichas moléculas estimulan la migración de monocitos que se transforman en macrófagos inflamatorios. Los macrófagos activados liberan sintasa de óxido nítrico y factor de necrosis tumoral alfa (TNF-a) e interleuquina (IL) 6 que incrementan la producción de PCR (Proteína C Reactiva). La magnitud de la infiltración del tejido adiposo por los macrófagos se relaciona directamente con la obesidad; la actividad física ayuda e incluso puede revertir el proceso.
La vena porta que drena el tejido adiposo visceral representa el 80% del aporte sanguíneo del hígado. La exposición directa de las células hepáticas a las citoquinas que llegan por esta vía podría incrementar aún más la inflamación. La acumulación hepática excesiva de triglicéridos y de ácidos grasos libres se asocia con estimulación de serina quinasas IkB y de otras cascadas inflamatorias. Algunas de las consecuencias más importantes son la activación del factor nuclear kB y la expresión de numerosas citoquinas proinflamatorias (TNF-a, proteína 1 quimiotáctica para los monocitos, IL-6 e IL-1 beta, entre otras), asociadas a su vez con una mayor producción de PCR en el hígado.
La adiponectina es una citoquina que aumenta en los sujetos delgados y que desciende en los pacientes con obesidad abdominal. La adiponectina es una citoquina secretada por el tejido adiposo, que regula el metabolismo energético, estimula la oxidación de ácidos grasos, reduce los triglicéridos plasmáticos y mejora el metabolismo de la glucosa mediante aumento de la sensibilidad a la insulina.
Los estudios de imágenes son útiles para valorar la obesidad subcutánea y visceral pero todavía no se utilizan en forma rutinaria. En la práctica, el índice de masa corporal (IMC), la circunferencia de cintura (CC) y el cociente entre la CC y circunferencia de cadera (CCC) son mediciones sencillas para valorar la obesidad; el IMC, sin embargo, no permite conocer la distribución de las grasas en el organismo ni diferenciar la masa magra de la masa grasa.